Un guante de seguridad indestructible

Un emprendedor chileno creó un dispositivo de seguridad indestructible capaz de proteger los dedos sin restar sensibilidad ni capacidad de maniobra a les trabajadores.

Jorge Sgombich, un Ingeniero Civil chileno, observó durante los más de 10 años que trabajó en la industria minera que uno de cada tres accidentes laborales afecta las manos de les trabajadores. Al Ingeniero le llamaba la atención, pese a este dato, que no se utilizaran materiales más resistentes para la confección de guantes de seguridad, por eso emprendió su propia investigación.

/ Resafe

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La nueva idea llegó pronto: un guante de protección dactilar, al que llamó Mark VIII, que protege efectivamente las manos sin reducir la movilidad y la sensibilidad. El mecanismo que ideó se basa en una pieza dentro del guante que utiliza como base tres puntos de apoyo (en las falanges), con un punto fuerte adelante y dos patas en la parte posterior, que cubre todo el dorso de la primera falange y la punta del dedo. La gran ventaja es que deja libre la yema de los dedos para poder manipular desde una máquina hasta una herramienta, manteniendo un grado de protección importante.

Esta pieza, que es la clave de la resistencia del guante, está fabricada en un plástico especial -un material semirrígido- que cuando se somete a presión, se deforma levemente. «Esa deformación lo que está haciendo es absorber la energía y traspasarla a las tres patas, y una vez que la presión cesa vuelve a su forma original. Obviamente, con un límite», explica el Sgombich. Con esta tecnología, el guante es capaz de resistir sin mayores problemas el golpe de un martillo o un accidente con una cortadora, algunos de los siniestros más habituales en la industria.

Así es como funciona:

Actualmente, la producción del guante está bajo el alero de la empresa Atiks, fundada por Sgombich junto a parte de su familia. La patente del dispositivo les fue concedida en 2014 y hoy están en proceso para conseguirla también en otros países como Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, con la intención de masificar la idea.

Fuente: Economía y Negocios / Resafe

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