Los autobuses de Estocolmo (Suecia) comenzaron a utilizar un combustible a partir de desechos hídricos con el que se produce biogás. Si bien hasta el momento sólo el 36 por ciento de la planta total de autobuses utiliza este combustible, se espera que próximamente la cifra crezca. La importancia de la iniciativa reside en que permitiría encontrar una solución a la emisión de gases de efecto invernadero causada por el trasporte público de pasajerxs.
La revolucionaria iniciativa funciona a partir del tratamiento de las aguas residuales de la ciudad (conjuntamente con otro tipo de desechos como las grandes toneladas de grasa de restaurantes), que, a lo largo de los 20 km de galerías de la planta Henriksdal, encargada de llevar adelante el proyecto, se depositan en estanques y embalses que permiten producir la energía que moviliza al 36 por ciento de los autobuses de la ciudad de Estocolmo.
Allí los desechos son clasificados y vertidos en piletas, para que puedan fermentar y ser convertidos en biogás que luego se inyecta en los tanques de los autobuses. “El gas es un combustible fósil. Emite carbono, pero menos que los otros. Se puede pasar fácilmente al biogás, ya que es el mismo motor para el vehículo”, explicó Anne-Blandine Dassencourt, subdirectora de medio ambiente de Keolis, empresa de origen francés responsable de la operación de algunos de los autobuses.
La implementación de este tipo de iniciativa permite que los autobuses que funcionan con gas natural se “conviertan” al biogás sin mayores inconvenientes, lo cual posibilita comenzar a hacer realidad los objetivos de reducción de gases de efecto invernadero de Suecia.
Fuentes consultadas: El Ciudadano / Buen diario
*Foto cabecera: Vida positiva