¿Alguna vez viste cómo es un hormiguero por dentro? El comportamiento de las hormigas suele dejarnos atónitos cada vez que las vemos andar con tanta disciplina sobre calles, veredas, e incluso en nuestras propias casas. Pero lo que ocurre debajo de la tierra es aún más fascinante, y gracias a nuevas técnicas de investigación, la ingeniería de las hormigas ya no es un misterio.
Las hormigas funcionan como un todo: ninguna es útil de manera aislada, pero unidas y organizadas en un sistema de división de trabajo, son capaces de hacer cosas que superan por mucho a la capacidad de un solo individuo. Un ejemplo de ello, son las hormigas cortadoras de hojas, las más famosas de América Latina, aquellas que vemos cotidianamente llevar pequeñas hojas a la boca del hormiguero.
Hoy en día es posible entender la ingeniería de estos insectos gracias a la técnica de moldeo: dependiendo del tamaño de la casta, los investigadores utilizan una mezcla de cemento y agua o aluminio fundido para obtener un molde que, una vez seco, es desenterrado para su investigación.
Aunque estas técnicas aún resulten controversiales, es importante aclarar que las investigaciones se realizan sobre hormigueros ya deshabitados: las hormigas, al igual que muchos otros insectos, emigran de sus colonias ante la primera señal de amenaza. En el caso de las cortadoras de hoja, cuyo fin principal es proteger su alimento, la emigración es frecuente ante la presencia de otras hormigas muertas, señal que puede indicar la presencia de parásitos o enfermedades.
Las cortadoras de hojas construyen enormes nidos que pueden alcanzar los ocho metros de profundidad y extenderse por 50 metros cuadrados. Se han encontrado túneles totalmente rectos de 90 metros de largo de los que salían otras avenidas secundarias que llevaban a los criaderos circundantes. Además, excavan pozos de ventilación, ya que los hongos de los que se alimentan producen gran cantidad de dióxido de carbono. Incluso crean cámaras para desechos, donde la temperatura siempre es dos grados más alta que en el resto del nido.
El más enorme y fascinante de estos nidos fue hallado en Brasil; de hecho, se cree que alguna vez alojó a la casta más grande de hormigas alguna vez conocida. Los investigadores, liderados por Luis Forgi, echaron durante 10 días, un total de 10 toneladas de concreto en los agujeros de la superficie que alguna vez sirvieron de conductos de ventilación. Luego de un mes de secado, comenzaron a excavar y revelaron una increíble ciudad subterránea, descrita como el equivalente a la Gran Muralla China. El laberinto incluía decenas de corredores conectados a las “salas” principales, conductos de ventilación y rutas de diferentes longitudes, según fueran para transportar hojas o preservar a los hongos de presencias extrañas.
Otra de las técnicas conocidas, quizá la más criticada, es el del aluminio fundido. En los Estados Unidos, las hormigas coloradas (conocidas como “hormigas de fuego”) son consideradas una plaga difícil de controlar y son muy conocidas por lo peligroso de su picadura. Esta técnica, si bien en la mayoría de lo casos se utiliza en hormigueros deshabitados, es aceptada como una forma de control.
Uno de los exponentes de esta técnica es el artista estadounidense “Anthill Art”. Básicamente, el aluminio inunda los túneles y, al endurecerse, forma una recreación perfecta de cómo son los intrincados corredores, salas y galerías de un hormiguero. Una vez frío, hay que cavar hondo y con cuidado alrededor hasta poder extraer completamente la pieza. Algunas de estas esculturas llegan a pesar 9 kilos.
Fuente: Bert Hölldobler, El señor de las hormigas / The Toast