La pandemia del Covid-19 esta cambiando la forma en la que vivimos y nos relacionamos, y también está transformado la manera en la que compramos y producimos. Los hábitos de consumo han cambiado –la gente concentra la mayoría de sus gastos en comida y artículos de limpieza- y se han multiplicado los servicios online; desde clases de apoyo educativo para niños hasta capacitaciones profesionales. Si bien muchos de estos cambios han llegado para quedarse, los expertos advierten que es preciso distinguir entre las modificaciones «temporales» en la conducta y aquellos cambios que permanecerán en el tiempo. Ante este escenario incierto cabe preguntarnos ¿cómo impactarán estos cambios en las industrias? ¿Qué ocurrirá con el empleo? ¿Qué nos depara esta «nueva realidad»?
“El mes pasado, las búsquedas de ‘tiendas de comestibles con delivery cerca de mí’ crecieron un 200% a nivel mundial” señala un reciente informe de Google sobre tendencias globales durante el confinamiento. Y es que debido a las restricciones en la circulación, el auge de lo local sobre lo global -las compras en comercios de cercanía con envío a domicilio- fué uno de los principales modos de consumo en todo el mundo. En igual sentido el investigador del comportamiento del consumidor de la Universidad de Los Andes de Colombia, Carlos Trujillo, destaca que durante el confinamiento los consumidores comenzaron a tomar un mayor contacto con pequeños emprendimientos –muchas veces por recomendación de allegados- que facilitaron la transacción directa entre productor y consumidor. «Hoy la gente compra y prioriza el abastecimiento local, y las redes sociales colaboraron en ello. Esto sin dudas ha comenzado a afectar las estrategias de las grandes marcas a nivel global. De hecho ya hay grandes empresas que están pensando en cambiar sus fuentes de proveedores para diversificar y evitar interrupciones durante la cadena de valor», agrega Trujillo.
Diferenciar lo esencial de lo prescindible parece ser otra de las conductas más expandidas durante el aislamiento. Según la revista Fortune “ante la imposibilidad de salir de casa, las familias en América Latina dieron prioridad a la compra y almacenamiento de productos de limpieza del hogar e higiene personal, como el jabón, cuyas ventas se dispararon casi 50%. Otros bienes con alta demanda son el aceite, cuyas ventas crecieron 40%, en promedio, y el papel higiénico”. Asimismo, si bien el comercio online y transacciones electrónicas se han acelerado en nuestra región, en América Latina aún se observa una prevalencia del comercio tradicional –que representa más del 50% de las ventas totales– debido a que una parte de los consumidores, en especial de los sectores con menos ingresos, utiliza el dinero en efectivo como principal forma de pago para la compra en comercios locales.
Empleo e industria en la nueva normalidad
A medida que los países comienzan a retomar parte de la actividad económica, los desafíos se multiplican. Establecer medidas para respetar el distanciamiento social –como el protocolo elaborado por la UOCRA con las medidas de seguridad que deberán aplicarse en los lugares de trabajo para evitar los contagios– será una de las principales necesidades para dar curso a la “nueva normalidad”.
Sin embargo el mayor desafío continúa siendo el desarrollo económico y la preservación de las fuentes de empleo. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) prevé para mediados de año una pérdida equivalente a 305 millones de puestos de trabajo en el mundo y el Banco Mundial anunció que se espera la recesión mundial más profunda de los últimos decenios. Frente a este panorama, la OIT propone la implementación de “4 pilares” sobre los que construir las bases del nuevo mundo laboral, entre ellas: estimular la economía el empleo mediante préstamos y ayuda financiera a sectores específicos; aplicar medidas de mantenimiento del empleo y extender la protección social a toda la sociedad; proteger a los trabajadores en el lugar de trabajo y buscar soluciones a través del diálogo social entre los gobiernos, empresas y sindicatos, entre otros.
Si bien no existen recetas infalibles, numerosos especialistas destacan que será fundamental un cambio de modelo de desarrollo, basado en la cooperación internacional, para mitigar los causas y los efectos económicos, sociales y ambientales de esta pandemia. En este sentido, Ceyla Pazarbasioglu, vicepresidenta de Crecimiento Equitativo del Grupo Banco Mundial señala que para superar esta crisis los gobiernos deberán invertir en el desarrollo de fuentes de energías limpias así como en el «transporte sostenible y el acceso a la infraestructura y los servicios digitales» para proteger a los trabajadores y apoyar a las empresas.
Consumir en la nueva realidad
Estamos ante un escenario que ya ha modificado gran parte de la manera en la que vivimos, compramos y vendemos. Sin embargo, nadie sabe a ciencia cierta en qué medida los cambios que ya hemos implementado permanecerán o si habrá una suerte de «vuelta atrás» en algunos aspectos. Al respecto la consulta IPSOS publicó un informe que señala que hasta hace pocos meses «vivíamos en un mundo de certezas con rutinas establecidas que nos permitían tomar decisiones de manera simple y automática» y que, con la llegada del coronavirus, la naturaleza de ese «contexto de decisión» de los consumidores ha dejado de ser sólido y previsible. La pandemia del covid-19 dió lugar a «un escenario inestable» en todo el mundo en el que debemos tomar decisiones sin las bases sólidas a las que estábamos acostumbrados. «La gente se está adaptando a este cambio, a este escenario inestable y por lo tanto está tomando diferentes decisiones que no necesariamente siguen un patrón», advierte el informe.
Si bien algunos de los comportamientos iniciales -como las compras de pánico- dejaron de ocurrir, es posible advertir que, a medida que los países comienzan la etapa de desconfinamiento social, enfrentamos una crisis económica global que nos desafiará a seguir adaptándonos a una realidad cambiante y desconocida. Quizás una de las transformaciones fundamentales tendrá que ver con el ejercicio diario de diferenciar qué es lo importante y cuánto es suficiente. Reducir desechos, reutilizar y comprar en pequeños comercios para fomentar el trabajo local serán algunas formas de hacerlo.
La manera en la que consumimos está cambiando, al igual que los modos de producción y desarrollo. En un horizonte de posibilidades que aún no podemos vislumbrar con claridad, convertirnos en ciudadanos que consumen responsablemente quizás sea uno de los cambios que sí dependan de nosotros.
*Foto cabecera: Autor desconocido / Extraída de Pinterest