Estudiantes de la Canadian Mennonite University, en conjunto con miembros de la comunidad Métis cultivaron exitosamente una variedad muy antigua de zapallo gracias a unas semillas centenarias donadas por la Librería de Semillas de Minnesota.
El acto de preservar y guardar semillas por años cumple un rol fundamental en la agricultura: permite salvar especies milenarias tanto como conocer la historia de comunidades y regiones a través de sus alimentos. Dos historias rondan alrededor de la variedad de zapallo “Gete-Okosomin” -zapallo de gran edad”: por un lado, que las semillas fueron encontradas en una vasija de más de 800 años durante una excavación; otra explica que fueron donadas por una agricultora en 1995 porque el cultivo de esta variedad sirvió a los habitantes por muchas generaciones, incluso miles de años.
Lo cierto es que la historia de esta semillas aún continúa emergiendo, y ese es el labor del trabajo conjunto entre estudiantes y miembros de comunidades milenarias como los Métis, un grupo que surgió a principios del siglo IX conformado por una mezcla de Indo-Americanos y Euro-Americanos, en la zona oeste de Canadá.
Durante las últimas tres temporadas de cultivo, las semillas, bien preservadas, fueron plantadas para mantener la pureza del varietal. Fueron polinizadas a mano, un método indígena que además de ser pionero en la agricultura, permite a los miembros de una comunidad involucrarse en el cuidado de los cultivos, para luego ser cosechados y compartidos.
El resultado, una variedad de zapallo de gran tamaño y agradable sabor y textura, con un puñado de semillas en el centro que permite continuar con el cultivo de esta particular especie.
Sea cual sea la historia verdadera sobre el origen de estas semillas, su cultivo ha permitido estrechar las relaciones entre distintas comunidades (cultivadores, Métis, Menonitas) en pos de conservar una historia conjunta.
Fuente: Mennoworld