A partir de ahora los techos de los nuevos edificios que se construyan en las zonas comerciales de Francia deberán estar cubiertos de plantas y arbustos o, si no, de paneles solares. Así lo dispuso el Parlamento francés a partir de una ley que busca implementar nuevas acciones para reducir la polución del aire en el país, uno de los grandes problemas que las autoridades gubernamentales de todo el mundo aún no han podido solucionar.
La polución del aire en las grandes urbes como Hong Kong, Nueva Delhi y, en nuestra América latina, en ciudades como Santiago de Chile, es un problema que impone serios desafíos en materia de políticas públicas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que la contaminación del aire representa un importante riesgo medioambiental para la salud y contribuye a la morbilidad derivada de accidentes cerebrovasculares, cáncer de pulmón y neumopatías crónicas y agudas, entre ellas el asma. El organismo informó en 2012 que la contaminación atmosférica en las ciudades y zonas rurales de todo el mundo provoca cada año 3,7 millones de defunciones prematuras.
La ciudad de París no es la excepción a la regla: un estudio de la Unión Europea señala que cada año unas 40 mil personas mueren en Francia por enfermedades derivadas de la polución del aire, específicamente partículas en suspensión que proceden mayormente de las emisiones de los automóviles y de los compuestos químicos de las fábricas. Es por ello que el Parlamento francés decidió aprobar una ley que exige que los edificios que se construyan desde ahora en las zonas comerciales estén cubiertos, al menos en forma parcial, con techos “verdes” –con vegetación- o, en su defecto, que tengan paneles solares en sus cubiertas, es decir con una fuente de energía limpia.
La medida busca mejorar la calidad del aire a través de una normativa destinada a fomentar la implementación de este tipo de cubiertas, dado que cada vez son más conocidos los beneficios de los techos verdes: las plantas y flores ubicadas en las cubiertas y azoteas crean una especie de capa que aísla al edificio y permite reducir la cantidad de energía necesaria para calentarlo en invierno y refrigerarlo en verano, una forma efectiva –que a la vez embellece los grises espacios urbanos- para reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Asimismo, cabe señalar que la presencia de vegetación en los techos favorece también a la biodiversidad, al permitir que aves e insectos polinicen flores y favorezcan la reproducción de las distintas especies que habitan el entorno.
Pese a que enfrentamos serios desafíos en materia de contaminación del medio ambiente y cambio climático, afortunadamente son varios los ejemplos de políticas públicas y emprendimientos privados que buscan comenzar a revertir el daño que durante tanto tiempo ocasionamos a nuestro entorno. América Latina también es ejemplo de ello, desde centros comerciales con huertas instaladas en el techo que reutilizan desperdicios orgánicos, hasta iniciativas para promover el uso de bicicletas en la ciudad. Todo contribuye. Bienvenido sea.