El acceso a la tierra es cada vez más costoso alrededor de todo el mundo. Por eso, una empresa diseñó un invernadero flotante en donde no sólo es posible cosechar alimentos orgánicos bajo la forma de cultivos verticales sino también abastecerse de energía limpia y construir una vivienda pequeña. ¿Cómo funciona? Todos los detalles en esta nota.
Se trata de “Eco-Barge”, un invernadero ubicado en la ciudad de Belgrado (Serbia) sobre el río Danubio, y pensado especialmente para brindar una solución a la escasez de tierras propia de las ciudades. Bajo la premisa de fomentar el concepto de los jardines verticales, la empresa Salt & Water desarrolló un invernadero flotante en el que no sólo es posible cultivar frutas y verduras en un espacio reducido bajo la forma de cultivos verticales sino también alimentar sus sistemas gracias a unas turbinas de viento y paneles fotovoltaicos que generan energía solar y eólica capaz de autoabastecer la vivienda.
La estructura flotante esta compuesta por un invernadero ubicado en uno de los extremos, en el que se ubican los cultivos verticales y una pequeña vivienda ubicada en el otro extremo de la plataforma. Los paneles solares y las turbinas generan la energía necesaria para abastecer un sistema de irrigación “que permite proveer de agua a las plantas en menor cantidad de la que es necesaria en las huertas tradicionales”, según explican sus creadores.
“Esta plataforma fue diseñada como un espacio para que lxs ciudadanxs de Belgrado se familiaricen con los jardines verticales, sistemas especiales de riego así como formas alternativas de cultivar frutas y verduras orgánicas en áreas urbanas que generalmente tienen poco espacio”, señalaron sus desarrolladores a la revista Inhabitat.
Cabe señalar que la plataforma además se erige como un proyecto que también permite desarrollar propuestas educativas que enseñen, de primera mano, la importancia del desarrollo sostenible y el cuidado del medio ambiente.
La iniciativa se enmarca en una tenencia mundial que desde hace algunos años postula la necesidad de difundir mecanismos alternativos a la agro-industria oligopólica que concentra la producción de alimentos en un puñado de compañías, en perjuicio del desarrollo de las economías locales, la biodiversidad y la potestad de las poblaciones para decidir sobre su propio alimento. Tal es el caso de los cultivos hidropónicos populares de España mediante los cuales lxs habitantes de barrios marginales comenzaron a autoabastecerse con productos orgánicos cosechados comunitariamente, iniciativa que a la vez genera empleo y fomenta la integración social; o el plan gubernamental de Dinamarca, enfocado en duplicar la cantidad de tierra dedicada al cultivo de alimentos naturales para convertirse, antes del 2020, en el país más orgánico del mundo.