Una fotógrafa publicó un libro dedicado a retratar los árboles más añejos de la Tierra. Para lograrlo viajó alrededor del mundo durante catorce años, en un trabajo que incluyó largas horas de investigación previa para descubrir los lugares en los que las especies más añejas –de hasta 4 mil años de antigüedad- lograron sobrevivir. Las imágenes completan su poesía gracias a que fueron reveladas con una vieja técnica de impresión fotográfica, la platinotipia, que convierte a estas fotos en verdaderas joyas visuales.
Se trata de Ancient trees: Portraits of Time un libro de fotografías dedicado a exhibir a los árboles más añejos del mundo, testigos de un devenir histórico de más de cuatro mil años que la fotógrafa estadounidense Beth Moon ha sabido retratar como pocxs. “Muchos de los árboles que he fotografiado han sobrevivido porque están fuera del alcance de la civilización, en laderas de las montañas, fincas privadas, o en zonas protegidas. Algunas especies existen sólo en unas pocas áreas aisladas del mundo”, relata Beth sobre su trabajo.
El proceso de trabajo le llevó catorce años, período en el que Beth investigó en fuentes como libros de historia y de botánica, artículos de revistas, diarios de viaje y datos provistos por amigxs viajerxs. La información recolectada fue uno de los pilares para guiar las expediciones que la fotógrafa realizó para visitar los lugares más recónditos de Europa, Asia, Medio Oriente, África y Estados Unidos en búsqueda de árboles tan inusuales como preciosos: “Los criterios que usé para elegir los árboles son básicamente tres: su edad, su gran tamaño o su peculiar historia”.
“Estos árboles monumentales exhiben una presencia heroica que no es habitual encontrar en los árboles más jóvenes”, señala la artista sobre los imponentes ejemplares que configuran las hojas de Portraits of Time.
Acaso igual de inusual que la belleza de estos árboles, es la mirada de la fotógrafa Beth Moon, quien eligió la platinotipia -una vieja técnica de impresión que consiste en aplicar platino en la superficie de una hoja de papel, sobre la que se coloca el negativo que luego se expone a una fuente de luz ultravioleta para su posterior revelado- en lo que se entiende acaso como una declaración de autonomía frente a la emergencia de la imagen electrónica como un objeto de mercado, como commodity .
“Cruzar la línea entre lo hecho por máquinas y lo hecho a mano necesita de un compromiso, y es verdad, el trabajo es una labor intensa” explica la fotógrafa sobre su decisión de volver a una vieja técnica artesanal como la platinotipia. “Al final, lo que se despliega delante de tus ojos es más una obra de arte que una fotografía ordinaria”, con una terminación mate y un gran rango tonal que dan a la imagen una estética exquisita que hace única a cada fotografía.
“No puedo imaginar una mejor manera para conmemorar las vidas de estos árboles, muchos de los cuales están en peligro de ser destruídos, que mostrar sus retratos”, concluye.